¿A qué llamamos trastornos del sueño?
Los trastornos del sueño son un amplio grupo de alteraciones que afectan al ciclo normal de sueño y vigilia de la persona. Pueden afectar el curso del sueño directamente, o hacerlo de manera secundaria.
Algunos trastornos del sueño pueden ser muy graves e interferir con el funcionamiento físico, mental y emocional del individuo. Afectan a la persona al dormir e incluyen dificultad para conciliar el sueño o permanecer dormido, quedarse dormido en momentos inapropiados, demasiado sueño o conductas anormales durante el sueño.
Los trastornos más frecuentes son: insomnio, hipersomnia, narcolepsia, pesadillas, apnea del sueño, síndrome de piernas inquietas, terrores nocturnos y sonambulismo.
· El insomnio es uno de los trastornos del sueño más comunes. Puede presentarse como una dificultad para conciliar el sueño, también como despertares durante la noche o despertar muy temprano por la mañana. Este trastorno impide la recuperación que el cuerpo necesita durante el descanso nocturno, y ocasiona somnolencia, déficits en la concentración y en la memoria y bajo rendimiento.
· La hipersomnia es un trastorno del sueño que se caracteriza por una somnolencia excesiva, sueño nocturno prolongado y episodios de somnolencia diurna. Este trastorno puede causar un deterioro funcional significativo, quien lo padece tiene dificultades para despertar y desorientación, necesita períodos de descanso diurno en momentos o lugares inadecuados, presenta ansiedad o irritabilidad, pensamientos lentos, dificultades para memorizar y a veces perdida de capacidad en las relaciones sociales y laborales.
¿Cómo trabajamos estos problemas?
El tratamiento psicológico ayuda a mejorar la calidad del sueño. Las técnicas que aplicamos son mayoritariamente cognitivas y conductuales y proponen cambios en el ambiente, en los hábitos y en el desarrollo de habilidades específicas del paciente como la relajación para disminuir los problemas de insomnio. Si el trastorno es grave también se puede recurrir a la farmacología.
Normalmente, si la persona sigue el tratamiento suele mejorar los síntomas más predominantes en unas semanas, dependiendo de su implicación. La evolución es favorable si la disposición es buena.